Estando ya en pleno mes de octubre y ante la previsión de lluvias generalizadas en todo la Península Ibérica, decidí indagar qué regiones de España presentaban mejor pronóstico metereológico. Entre ellas se encontraba Murcia. Así que decidí hacer una escapada rápida por esta provincia a la que hacía tiempo que no visitaba para descubrir nuevos parajes. Así es como descubrí el Santuario de la Virgen de la Esperanza en Calasparra, el Teatro Romano de Cartagena, el Faro de Cabo de Palos y las Gredas de Bolnuevo, entre otros.
Vídeo de Murcia en Otoño
Santuario de la Virgen de la Esperanza (Calasparra)
Mi primera parada fue el Santuario de la Virgen de la Esperanza en Calasparra. El lugar es a la par que curioso muy bello por su entorno alrededor del río Segura, en la única reserva natural terrestre de la región de Murcia, llamada Sotos y Bosque de Ribera o Cañaverosa. Se trata de un lugar de culto y es uno de los cinco santuarios más visitados de España, según se indica en su página de turismo.
El santuario recoge dos imágenes de diferente tamaño de la patrona de Calasparra, la Virgen de la Esperanza, a las que se rinde culto de forma simultánea desde el siglo XVIII. La imagen pequeña se hallaba en una cueva del siglo XVII donde un pastor, según cuenta la leyenda, guardaba a su ganado. Hasta ahora, se desconoce en qué momento exacto apareció la imagen de tamaño superior.

En la gruta natural donde se venera a esta virgen hay un pequeño rincón en uno de sus muros del que emana un venero de agua procedente del techo. El emplazamiento está bien identificado con una placa conmemorativa en la que se dice que el lugar recibió la bendición de Monseñor Juan Antonio Martínez Camino, secretario general de la Conferencia Episcopal, el 27 de septiembre de 2009.
Si eres creyente puedes encender una vela por unos céntimos y colocarla sobre el lampadario que hay al final de la cueva frente a la imagen de la Virgen de la Esperanza, y transmitirle tus peticiones o deseos. Igualmente, puedes sentarte en uno de los bancos y conversar con ella o simplemente contemplar la escultura y arquitectura del lugar.

Con el tiempo, el santuario se ha ido ampliando para acoger a la gran cantidad de peregrinos que acude al lugar. Además, por la zona pasan varias rutas que permiten disfrutar de la naturaleza que proporciona a su paso el río Segura.

Teatro Romano de Cartagena
El siguiente destino fue Cartagena. Esta es una ciudad con mucha historia detrás, más de 2.500 años de existencia así lo corroboran. Hay muchos rincones que ver en esta localidad, pero yo me dirigí directamente a uno de los máximos exponentes de su legado: el Teatro Romano, restaurado en el año 2008 y obra del emperador Augusto entre los años V y I a.C.
Coincidió que la Plaza del Ayuntamiento, que es por donde se accede al Museo Teatro Romano de Cartagena y se encuentra el Palacio Consistorial, estaba muy animada. Por un lado había una manifestación en contra del Gobierno y, por otro, un encuentro de modernistas de modo que varias personas se paseaban vestidas de época rememorando los primeros años del siglo XX.
Al mismo tiempo, acababa de llegar un crucero, de modo que la cantidad de turistas era considerable. Pero ello no impidió que pudiera visitar el espectacular Teatro Romano y su Museo.

El Museo es obra del Estudio de Rafael Moneo que cuando se proyectó tuvo en cuenta la adecuación y urbanización de todo el espacio exterior situado tras el muro perimetral del teatro.
Durante su desarrollo se encontraron piezas de gran riqueza de modo que se decidió incluirlas en un museo. Esto dio pie a incorporar el Palacio de Pascual Riquelme, comenzado a mediados del siglo XVIII, y a incardinar la Iglesia de Santa María la Vieja en el conjunto, siendo el Teatro el espectacular colofón de todo el conjunto.
De hecho, la superposición parcial de la Catedral Vieja sobre la parte superior del teatro romano se considera una de las mayores singularidades del conjunto arqueológico. Este conglomerado de edificios es el resultado final de una compleja sucesión de barrios y estructuras que hacen de la zona un rico enclave histórico que queda patente a través de sus restos arquitectónicos.
El Museo recorre un itinerario desde el mar a las cotas altas culminando la visita con la gran obra romana.
Así es como el Museo recorre un itinerario desde el mar a las cotas altas culminando la visita con la gran obra romana. A lo largo del mismo, a través de espacios expositivos iluminados por un complejo sistema de lucernarios, se exhiben las piezas encontradas en las campañas de excavación.
Está estructurado en dos edificios que se comunican a través de un corredor dispuesto bajo la calle. El primero, incluye la fachada del Palacio de Riquelme, y se organiza en torno a un patio a modo de impluvium.
El segundo edificio, se halla entre las medianeras de la calle General Ordoñez, y alberga las Salas de Exposición, así como los medios de elevación hasta la cripta arqueológica bajo Santa María la Vieja, por la que caminas pareciendo que saltas en el tiempo de la época actual a la de esta construcción. Finalmente, se alcanza el exterior y se contempla el Teatro en toda su magnitud. Una verdadera maravilla.
A continuación, me dirigí al paseo frente al Puerto para contemplar el mar Mediterráneo como un primer adelanto de lo que íbamos a presenciar en un rato en Cabo de Palos.
Faro de Cabo de Palos
Cabo de Palos es un pueblo costero perteneciente al municipio de Cartagena que se halla a unos 30 kilómetros de esta ciudad. Su faro es mítico, está construido sobre sillares de piedra y es el elemento arquitectónico que más sobresale por su ubicación y estilo neoclásico. Se construyó en el siglo XVI y su primera finalidad era la de defender de los piratas esta costa mediterránea. La primera vez que encendió sus luces fue en 1.865. Se sitúa sobre un promontorio rocoso que se engloba dentro del último macizo montañoso de la sierra costera de Cartagena.
En la actualidad proyecta dos haces de luz cada 2,2 y 7,2 segundos y su alcance es de 23 millas náuticas o casi 40 kilómetros en un recorrido que realizan cerca de él más de 50.000 barcos cada año.

El paisaje que lo circunda es precioso porque está formado por calas y acantilados enmarcados en un intenso azul marino. De hecho, el fondo del lugar pertenece a la Reserva Marina de Cabo de Palos e Islas Hormigas creada en 1995. Se trata de una reserva marina rectangular de 1.898 hectáreas que se extiende al Cabo de Palos en el litoral de Murcia, alcanzándose fondos de más de 50 metros.
El siguiente rincón en el que me detuve a contemplar el oleaje del Mediterráneo, algo encabritado debido al capricho de Eolo, fue el Mirador Cabezo del Gavilán en Mazarrón. Desde aquí se aprecia toda la Bahía de Mazarrón y las Playas que la componen, una estampa preciosa.

Gredas de Bolnuevo
De aquí me dirigí a la cercana playa de Bolnuevo y a conocer de cerca sus famosas Gredas. Estas se encuentran justo al pie de la Sierra de las Moreras, un espacio protegido y al frente del mar. La conjugación de fenómenos tectónicos y geológicos durante millones de años dieron lugar a unas formaciones únicas de arenisca.

El material arcilloso que las configura se llama greda y está formado por sílice y aluminio, que a su vez se genera tras la alteración de rocas ígneas y metamórficas, y es muy apreciado en alfarería. El aire junto a las partículas de arena y agua que contiene en ocasiones han modelado los curiosos perfiles de estas Gredas, dando forma a lo que también se conoce como el «paisaje encantado de Bolnuevo».
Datos prácticos y ubicación
| Con niños | Aparcamiento |
|---|---|
| ✅ | En todos los lugares descritos se puede aparcar con facilidad, pues hay lugares habilitados para ello. |
El mapa no me ha localizado el Santuario de la Virgen de Esperanza, así que como punto de partida he puesto Calasparra. De todas formas, los accesos e indicaciones son en general buenos. Todos estos destinos de Murcia son fáciles de localizar.
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