Desde Occidente a Oriente, así ha sido mi viaje por la costa asturiana. Había recorrido con anterioridad algunos pueblos y rincones de esta parte del litoral cantábrico, pero en este periplo he descubierto nuevos paisajes, pueblos, playas, cabos y puestas de sol, que siempre se me quedarán en la retina…
Vídeo de la costa asturiana
Castropol
Mi punto de partida por la costa de Asturias fue Castropol. Este concejo se halla frente a Galicia y pertenece a la Reserva de la Biosfera río Eo, Oscos y Terros de Burón. Dejamos nuestro vehículo en el aparcamiento municipal y nos dirigimos al puerto que da a la ría de Ribadeo o del Eo, el estuario más extenso de Asturias y Reserva de la Biosfera. Desde este enclave, la orilla que se ve al frente pertenece a Galicia.
Siguiendo el paseo del muelle, acabé subiendo al mirador de la Mirandilla por unas inclinadas escaleras, porque Castropol se halla sobre un promontorio y eso se nota al pasear por sus calles. Así descubrí el edificio del Ayuntamiento y la Iglesia de Santiago Apóstol.

En el camino me encontré, empotrado en la pared de una de las casas de Castropol, con una curiosidad: un barómetro inglés de mercurio del siglo XIX del Gremio de Mareantes.
Castropol pertenece a la Biosfera río Eo, Oscos y Terros de Burón.
Fue curioso caminar por sus calles porque la calzada estaba repleta de restos de la fiesta de las Alfombras Florales del Corpus, que se había celebrado ese mismo día y daban colorido al gris del suelo al mismo tiempo que emanaba un olor a frescura, naturaleza…
Llegué hasta la Plaza de Vicente Loriente, en homenaje a un emigrante de Cuba, gran benefactor de la villa. También hay un monumento al marino y escritor Fernando Villamil que murió en la Guerra de Cuba. Castropol tiene además varios palacios como el de Marqués de Santa Cruz, en forma de U.
Esta villa me regaló además una preciosa puesta de sol, que pude disfrutar junto a mi pareja sentada en un banco situado en el paseo donde se sitúa el aparcamiento público.

Playa Penarronda, Punta Picón y Playa Mexota
En los alrededores hay diversas playas, pero quería conocer el Monumento Natural de la Playa de Penarronda. Tiene forma de concha alargada. Está dominada por una roca llamada Castelo, con forma circular y erosionada en su interior, de ahí su nombre. El bravo oleaje que la caracteriza hace que la frecuenten surfistas.
Aquí caminé descalza por la orilla sintiendo el agua del mar en mis pies, a pesar de que el día estaba oscuro, afortunadamente no llovió…
Después seguí descubriendo la costa del mar cantábrico adentrándome en Punta Picón, la playa del Sarello o la playa Mexota.

Tapa de Casariego, Cabo Cebes, Cabo Blanco y miradores
A continuación me detuve en Tapia de Casariego. Aquí caminé por su paseo marítimo que abarca la Playa de Anguileiro y Los Campos hasta el mirador Os Cañois, desde el que se aprecia el Muelle del Rocín. Este cierra al oeste el Puerto de Tapia. Las vistas desde aquí son espectaculares al divisarse el Faro y los islotes que lo rodean.

Cerca estaba el mirador del Cabo Cebes y allí me dirigí para sentir el aire en la cara y ver el Cantábrico de nuevo.
El Mirador de la Atalaya, perteneciente a la Comarca Navia-Porcía, volvía a ofrecerme el mar bajo un marco azul, un monumento para recordar que los pescadores y percebeiros de la comarca aprovechan los recursos pesqueros conservando la biodiversidad marina.
Muy cerca está el Cabo Blanco, al que me acerqué también y cuyas formaciones de color blanquecino me llamaron la atención.

Viavélez
También me agradó mucho el siguiente pueblo marinero que visité: Viavélez. Esta pequeña villa marinera tiene un encanto especial donde lo rural y el ambiente pesquero rezuman por cada una de sus calles. En el mismo puerto, en el llamado Pasaje del Pescador se cuenta parte de la historia de la villa. Resulta que aquí nació la famosa escritora Corín Tellado, hija predilecta del concejo de El Franco, y María Antonia Martínez, la primera mujer socorrista de Asturias con un amplio medallero en natación, socorrismo, travesías nacionales e internacionales.
El puerto de Viavélez destacó por su actividad ballenera durante los siglos XVII y XVIII. En torno al siglo XVII, los puertos asturianos y este en concreto, estuvieron entre los más importantes de captura de ballenas.
La escritora Corín Tellado nació en Viavélez.
Después las actividades vinculadas con el mar, la navegación de cabotajes, la pesca y los astilleros mantuvieron la prosperidad de la villa con una importante actividad comercial. En la actualidad el turismo ha cobrado más importancia, aunque es un lugar que mantiene su idiosincrasia.

En uno de los lados de la desembocadura del rio Vío hay un mirador que ofrece unas bonitas vistas.
Cabo Busto
El increíble paisaje que ofrece el Cabo Busto fue mi siguiente destino. En este punto hay un paseo que va recorriendo la costa. Yo la hice desde el aparcamiento del Faro, pero antes de llegar a este hay otro aparcamiento más pequeño por el que transcurre este camino. A lo largo del mismo, en los lugares donde hay barandillas o miradores, hay unos carteles que recogen frases de distintos personajes.

Esta ruta finaliza con la vista de los majestuosos acantilados del Cabo Busto, que superan los 60 metros de altura. Espectaculares. Tiene un ecosistema singular con varias especies de flora y fauna protegidas.
Este enclave ofrece una puesta de sol preciosa. Antes de llegar al aparcamiento del faro, hay otro más pequeño con un pequeño merendero. Ahí pasé yo la noche y pude disfrutar de este bello espectáculo natural.

Playa del Silencio
No menos impactante es la Playa del Silencio, a la que fui a primera hora de la mañana del día siguiente. Se accede por una carretera estrecha, muy habituales en los caminos que se dirigen a la costa. Esta playa tiene un aparcamiento muy pequeño. Se llega a través de un camino inclinado que concluye en unas estrechas escaleras de piedra. No sé decir si es más bonita desde arriba o desde abajo.
La playa no tiene tierra solo piedras redondas, pero es cierto que la calma que desprende es total, no se oye nada más que el sonido del mar, y si no hay visitantes, desde luego, el silencio es a lo que invita, pues únicamente deseas contemplar este regalo natural que ofrece la costa del cantábrico en Asturias.

Cabo Vidio y Cudillero
El Cabo Vidio es otro de los puntos en los que me detuve. De nuevo, increíbles vistas, mar embravecido y acantilados de vértigo. Este cabo está formado por rocas de la llamada Serie de los Cabos: cuarcitas y pizarras. Esta serie tiene un espesor de más de 4.000 metros y tienen una edad de entre 500 y 470 millones de años. Este entorno es muy peligroso para la navegación sobre todo con “mala mar”, por la cantidad de islotes y escollos que lo bordean.
Muy cerca del Cabo Vidio, está el famoso pueblo de Cudillero, al que ya visité hace unos cuantos años, pero que tenía ganas de ver otra vez. El pueblo está protegido de modo que hay que dejar el coche en el aparcamiento de pago que hay antes de entrar.

Esta villa se caracteriza porque al estar en un recodo no se ve ni desde tierra ni mar, lo que le da un halo de misterio. Pero lo realmente interesante es adentrarse en sus callejones, como hice yo. Así es como descubrí los entresijos de la fachada de casas apiladas inicial que te ofrece el puerto, además de alcanzar distintos miradores que muestran las variadas facetas de este bonito pueblo pesquero asturiano.
Tazones
El siguiente rincón en el que me detuve fue Tazones. Un lugar especial porque en este pueblo pesquero desembarcó en 1517 el joven príncipe Carlos de Habsburgo, es decir, el que se convertiría en el Rey Carlos I de España y Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico como Carlos V.
En ese primer viaje, llegó desde Flandes para tomar posesión de los reinos de sus abuelos, los Reyes Católicos. Tras ser recibido en Tazones se trasladó a la localidad de Villaviciosa, en la que pasó cuatro días, alojándose en la Casa de los Hevia, para continuar después su ruta hasta Valladolid, donde juraría como Rey en 1518.
Por todo ello, esta localidad forma parte de las rutas imperiales de Carlos V en Europa.
Tazones forma parte de las rutas imperiales de Carlos V en Europa.
Al mismo tiempo, su puerto pesquero, declarado conjunto histórico, se caracteriza por su caserío popular escalonado en la ladera de una atalaya sobre las vertientes de dos montes. En él las casas se agolpan desordenadamente. De hecho, al caminar por sus calles se aprecia que mantienen el antiguo empedrado junto a las viviendas enfoscadas y blanquedas, adornadas de vivos colores en sus ventanas, corredores, puertas y galerías de madera.

s una construcción típica que se desarrolló en puertos naturales desde mediados del siglo XII, para hacer desaparecer el peligro de las incursiones de piratas.
De Tazones destaca la Plaza del Riveru, ya que en torno a ella se desarrolló social y económicamente este bonito pueblo pesquero.
Mirador del Fitu
Como estaba más o menos cerca, la siguiente parada de mi viaje por la costa asturiana la hice en un punto algo más alejado del mar. Me refiero al Mirador del Fito. Se sitúa sobre uno de los collados de la Sierra del Sueve y es una atalaya de hormigón a 597 metros de altitud, pero que ofrece una panorámica impresionante de 360º.
Desde aquí se contempla no solo la Reserva Natural de Sueve, también el Parque Natural de Ponga y el Parque Nacional de los Picos de Europa. Mientras que de Este a Oeste se aprecian Ribadesella, Caravia, Colunga y Villaviciosa; y al Sur, parajes de Parres, Cangas de Onís y Covadonga.

Se dice que por esta zona había antaño una calzada romana. El mirador se inauguró en 1927 y por la zona hay varias rutas de senderismo.
Acantilados del Infiernu y Bufones de Pría
A continuación, volví a la costa. Esta vez para ver los Acantilados del Infiernu y después los cercanos Bufones de Pría. Para ver los primeros tuve que aparcar el coche en un área recreativa con un pequeño aparcamiento. Después hay un sendero en el que te encuentras con diferentes miradores.
Los bufones de Pría están en Llames de Pría. En esta pequeña localidad hay un aparcamiento y desde este diversos carteles te indican cómo llegar al punto donde se produce este fenómeno natural. Este se produce por la erosión del mar y la lluvia en la roca caliza, lo que origina grietas y chimeneas que unen el mar y la tierra. Cuando las olas chocan contra los acantilados se escucha una especie de bufido, debido a la expulsión del aire comprimido de las galerías. Un sonido que impresiona.
Cuando las olas chocan contra los acantilados se escucha una especie de bufido.
Sin embargo, impresiona aún más cuando hay marejada fuerte, pues aquí escapan por las grietas y agujeros, el agua y el aire a la vez, dando lugar a enormes chorros de agua verticales que en ocasiones alcanzan gran altura. Es así cómo el litoral se convierte en una especie de batalla natural formada por explosiones de agua y aire. Precioso.

Mirador del Picu y Cueva del Pindal
Por esta parte de la costa asturiana hay más bufones, pero yo ya estaba a punto de concluir mi viaje y me dirigí a mi último destino. La Cueva del Pindal. Antes, eso sí, me detuve en Mirador del Picu, que de nuevo ofrecía unas increíbles vistas de la costa y las montañas
La Cueva del Pindal está en la desembocadura del río Cares y se halla rodeada de un hermoso encinar. Es una galería de 600 metros de la que solo se visita la mitad y en la que se contemplan pinturas rupestres. Antes de llegar está la ermita de San Emeterio. Yo no pude verla porque estaba cerrada, pero ya solo el entorno merece la pena.

Datos prácticos y ubicación
La mayoría de los lugares que propongo se pueden hace con niños, aunque quizá algunas rutas no son recomendables, como la bajada a algunas playas. En todos los sitios hay aparcamientos, así como en los miradores y cabos. A algunos es mejor acceder andando, pues los caminos no están asfaltados.
En el mapa he indicado el punto de partida de este viaje por la costa asturiana: Castropol.
| Con niños | Aparcamiento |
|---|---|
| Algunas playas y rutas consultar. | Sí en todos los lugares hay aparcamientos. |
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