Los tres destinos que te propongo en este nuevo viaje se ubican en Huesca (Aragón). Desde la restaurada estación de Canfranc, las pasarelas de Panticosa, hasta el monumental castillo de Loarre. La primera la visité hace unos 20 años y ya entonces, sin restaurar, me pareció impresionante. El resto ha sido un descubrimiento para mí, y espero que si alguna vez te animas a ver estos rincones de España enmarcados en el Pirineo oscense, te gusten a ti también.
Vídeo de rincones de Huesca
Estación de Canfranc
Hace cerca de 20 años descubrí la estación de Canfranc. Recuerdo que era invierno y estaba todo nevado, el blanco cubría el techo del emblemático edificio modernista, y en su borde colgaban numerosas estalactitas de hielo. Era un lugar bello, por el entorno, en medio del Pirineo oscense y a pocos kilómetros de la frontera con Francia, pero a la vez siniestro por ese estado de abandono en el que se encontraba.
Ahora las cosas han cambiado gracias a un proceso de recuperación que se ha traducido en la creación de un hotel y la remodelación de la explanada de Los Arañones. La idea original de la estación era unir España y Francia por ferrocarril en un proyecto que comenzó en 1853 a través de un manifiesto en el que se solicitaba crear un línea que conectara Madrid y París. Después se iniciaron los estudios pertinentes y comenzaron las obras del túnel de Somport, que es el que uniría ambos países por esta vía. El rey Alfonso XIII, inauguró finalmente la Estación Internacional de Canfranc en 1928.
El rey Alfonso XIII inauguró la Estación Internacional de Canfranc en 1928.
Una de las características de la estación es que tuvo que adaptarse al ancho de las vías de los dos países, ya que en España este es diferente que en el resto de Europa. Esto provocó que se construyeran dos playas de vías, situadas a ambos lados del principal edificio de la estación. Así, todo estaba duplicado, los andenes, los accesos o los servicios propios de un enclave ferroviario.
Esta es también la explicación de la magnitud y la construcción longitudinal de la edificación que acogía a los viajeros, y que a simple vista impacta. El trasiego de gente que tenía que haber debía ser tremendo, de hecho no en vano era la segunda estación más grande de Europa.

La construcción, reconvertida ahora en hotel, tiene 241 metros de largo y 12 metros de ancho. Además, posee una ventana por cada día del año, es decir, 365, y un total de 75 puertas a cada lado. En su interior, acogía a las personas que hacían el trasbordo para continuar su viaje hacia cada país, por lo que era necesario que duplicara todo. Albergaba así aduanas, comisarías, oficinas de correos o cambio de moneda, taquillas, un hotel…
Historia de la estación
La historia que encierra la estación de Canfrac es apasionante. Hay que tener en cuenta que durante la Guerra Civil, el bando Nacional cerró el túnel de Somport para evitar posibles incursiones francesas. Luego, durante la Segunda Guerra Mundial pasaban trenes con wolframio procedente de Galicia hacia Alemania, ya que la parte francesa estaba bajo el control del ejército alemán. También se dice que a España entraban por estas vías toneladas de oro germano, y por todo este contrabando de materias primas en las aduanas de Canfrac estaban la Gestapo y las SS.
Una vez que finalizó la segunda Gran Guerra, la estación fue degradándose hasta que finalmente se cerró en 1970 a consecuencia de un derrumbe en el lado francés del puente de L’Estanguet.

Ahora se han empezado a dar pasos para que este lugar sea de nuevo reconocido. Lo que se ha hecho por el momento y que es lo que yo pude contemplar es la urbanización de las 21 hectáreas que rodean el edificio (parte de donde se ubicaban las playas de vías), la recuperación de algunos edificios y la creación de una nueva de estación de viajeros, que cubre una línea de corta y media distancia a Zaragoza.
El objetivo último, tal y como se especifica en un panel explicativo, es que el canfranero vuelva a cruzar el túnel de Somport que une los dos lados del Pirineo. Por el momento, esto no se ha conseguido y el paso subterráneo está cerrado y sumergido en la más inmensa oscuridad (este se halla a pocos metros y tú mismo lo puedes comprobar como hice yo).
El objetivo último es que el canfranero vuelva a cruzar el túnel de Somport.
En la explanada de Los Arañones se ha creado una especie de museo al aire libre donde se exhiben piezas curiosas como las típicas grúas ferroviarias, aguadas (elementos que se usaban para dotar de agua pura a las locomotoras de vapor), o las puertas de hierro originales de entrada a la estación. A mí me llamó especialmente la atención el tren de peregrinos, que se dirigía al Santuario de Lourdes (Francia), y que está formado por tres coches: dos de pasajeros y uno que hacía de ambulancia. Y, también, la caseta de lectura. Esta era una especie de quiosco de libros y revistas donde los viajeros se sentaban a leer mientras esperaban el tren.

El Hotel Canfrac Estación pertenece a Barceló Hotel Grup y ocupa todo el edificio original. Si no te hospedas en él puedes ver únicamente la parte de la recepción, que ha mantenido la decoración art-decó de la época. El techo es de madera y justo en el medio hay unas escaleras que parecen llevar a lo que serían los pasos subterráneos de conexión con los andenes (el acceso está cerrado).

Por otro lado, al frente de donde se halla todo el complejo ferroviario está el paseo de los Melancólicos, una pequeña ruta que te permite ver la estación desde otra perspectiva entre pinos y montañas. Además, descubrirás distintos convoyes, aunque la mayoría de ellos están en bastante mal estado y pintados con grafitis.
Pasarelas de Panticosa
El siguiente destino al que me dirigí después de impregnarme de una parte de la historia de España, fueron las pasarelas de Panticosa sobre el río Caldarés, en el Valle de Tena (a uno 60 kilómetros de la estación de Canfranc). Estas representan una alternativa turística de la zona, especialmente en temporada baja cuando no hay nieve. Se trata de un recorrido a través de unas pasarelas colgantes de vértigo, con 160 metros de desnivel.

Los pasos, que parecen suspendidos en el aire, constituyen un recorrido de 800 metros, pero si no te gustan mucho las alturas te aconsejo que no los atravieses porque a veces parece que estás caminando sobre el vacío. Eso sí, hay que reconocer que si finalmente te atreves, el congosto del río Caldarés ofrece unas vistas preciosas de los Pirineos y de la propia Panticosa.
El recorrido completo dura una hora. Tras atravesar las pasarelas verás que hay un cartel con dos caminos. Te aconsejo que vayas en dirección al Mirador O Calvé, porque además de ver una serie de búnkeres, las vistas desde este punto son estupendas. Quédate un rato mirando lo que se te presenta delante porque lo único que hallarás es paz en tu interior.
Los fortines que están en esta zona aragonesa pertenecen a la llamada línea P (de Pirineos), la obra defensiva más grande que se construyó en España y en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, nunca llegó a terminarse y como se abandonó poco a poco se olvidó. Algunas de estas construcciones se utilizaron como almacenes de material o corrales, mientras otras han desaparecido del todo.

La ruta comienza por detrás del aparcamiento de Panticosa. Está perfectamente señalizada. Es necesario comprar las entradas bien a través de la página web, bien en las máquinas que hay habilitadas para ello en el propio parking. Antes de llegar al inicio de las pasarelas hay un pequeño recorrido y a la entrada de las mismas deberás enseñar tu reserva o ticket al controlador.
Castillo de Loarre
El castillo de Loarre me llamó mucho la atención porque es la primera vez que visito una fortaleza de este tipo con tantos tipos de construcciones en su interior: iglesia, cripta, monasterio, castillo y muralla, todo en uno. Su interior es ciertamente caótico, por lo que te aconsejo que sigas los números de las audioguías que hay en su recorrido, a no ser que te decantes por la visita guiada. Yo fui a mi aire y continuamente tenía la sensación de que me dejaba alguna sala por ver, pero al final no fue así.

Este castillo de la provincia de Huesca es de estilo románico y dicen que es uno de los mejores conservados de Europa. Se cree que previamente había un asentamiento romano en la misma ubicación. Lo mandó construir Sancho III el Mayor y se levanta sobre un llamativo espolón rocoso, desde el que vigila la llanura de la Hoya de Huesca, así como los pueblos de Bolea y Ayerbe. El recinto fue clave para que el rey reconquistara estas tierras a los musulmanes. La muralla que lo bordea es del siglo XIII.
Posteriormente se usó como abadía de los monjes agustinos, de ahí que se conserven elementos monásticos. Entre sus construcciones destacan la iglesia de Santa María, debajo de la cual hay una cripta con bóveda de cañón, además de la cripta de Santa Quiteria a la entrada del castillo o su propia iglesia que posee una cúpula, algo infrecuente en el románico. Las torres del homenaje y de la reina son también singulares, aparte de las vistas que ofrecen.
Las entradas se obtienen en un edificio con tienda y cafetería que se localiza rápidamente pues se halla en el camino a la fortaleza. Si te interesa una vista guiada, te aconsejo que hagas la reserva online.

Datos prácticos y ubicación
La estación de Canfranc se encuentra en la N-330 y no tiene pérdida. Para llegar a las pasarelas de Panticosa tienes que coger esta misma carretera en dirección a Jaca y seguir las indicaciones a esta región pirenaica. Por último, el castillo de Loarre está a unos 100 kilómetros de este segundo destino y para acceder a él hay que volver a coger la misma carretera en dirección a Sabiñánigo y Huesca.
| Con niños | Aparcamiento |
|---|---|
✅ Nota: En las Pasarelas de Panticosa la edad mínima es de 7 años y 1,30 metros de altura. | En todos los lugares descritos hay aparcamientos con bastantes plazas. |
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