Mi viaje de dos días por Estambul

La primera vez que vi Santa Sofía fue a través de una fotografía que me mostró mi profesor de arte, y desde entonces me quedé prendada de este monumento. No sabía si alguna vez iría a Estambul para contemplarla físicamente. En aquel momento era muy joven y, desde luego, no me lo planteaba ni de lejos pues mi economía no me lo permitía. Muchos años después aquello que imaginé siendo una joven estudiante, se ha hecho realidad. De modo que a día de hoy puedo decir que se ha cumplido uno de mis sueños viajeros… Así ha sido mi viaje de dos días por Estambul, una ciudad entre occidente y oriente, que me ha maravillado como la primera vez que vi su mezquita más conocida…

Vídeo de Estambul

Estambul

He de decir que antes de emprender este viaje por Estambul tenía muchas dudas, pues se trata de un país bastante alejado de España, que no pertenece a la Unión Europea, y con una cultura y religión diferentes. No obstante, ahora puedo decir que tras haber recorrido la ciudad de arriba abajo, en ningún momento me sentí insegura, sino todo lo contrario, pues de hecho en la zona turística, que es por donde yo me desenvolví, hay mucha vigilancia y varios puestos de policía turística o tourism police, como ellos la llaman.

La clave para que puedas visitar bien esta ciudad del antiguo Imperio Otomano es que te alojes en el centro.

La clave para que puedas visitar bien esta ciudad del antiguo Imperio Otomano es que te alojes en el centro, cerca de las principales mezquitas es decir, Santa Sofía (Haghia Sofia) y Sultanahmet o la Mezquita Azul, una se encuentra enfrente de la otra. Yo, en concreto, me hallaba en un hotel que daba directamente a la actual Plaza de Sultan Ahmet (Sultanahmet Meydanı), que antiguamente albergaba un hipódromo construido por los romanos.

Santa Sofia Estambul

De este quedan varios restos interesantes y fueron los que primero descubrí al llegar a la ciudad ya pasadas las siete de la tarde, por lo que al ser invierno, era de noche. En esta plaza puedes ver el obelisco de Teodosio, el obelisco de Constantino y, entre medias, está el Trípode de Platea, que hoy se conoce como Columna de las Serpientes.

La mezquita azul está en un lateral de este paseo rezumante de historia, y al haberse ido el sol, estaba iluminada en su totalidad. De este modo, resaltaba más, sobre todo sus seis minaretes, blancos, que se mostraban más portentosos debido a la tonalidad entre morada y azulada, dependiendo de lo cerca que te encontraras de la monumental mezquita.

El caso es que al ser mi primer día en este país tenía ansia por conocer y conocer, y por eso me puse andar junto a mi inseparable compañero de viaje, sin el cual tampoco sería posible Claves de Mujer Viajera, y al poco surgió la más deseada: Santa Sofía. También estaba iluminada para destacar su belleza, diferente a la otra, eso sí, pero igualmente bonita. En este caso el juego de luces era más bien anaranjado.

Mezquita de Sultanahmet o Mezquita azul

Al día siguiente tocaba verlas con luz natural y bajo este prisma casi que me impresionaron más. Como la mezquita azul estaba más cerca nos dirigimos a esta primero. No sé por qué, pero estaba inquieta. Tenía que ponerme el pañuelo y entrar en una mezquita, la primera en mi vida…

Antes de entrar me tuve que poner el pañuelo para cubrir el pelo y también descalzarme.

Lo cierto es que todo fue muy rápido pues en este templo no es necesario pagar entrada y al ser temporada baja y primera hora de la mañana, casi no había visitantes. Antes de entrar me tuve que poner el pañuelo para cubrir el pelo y también descalzarme. Para esto último hay una señal de prohibido con un zapato tachado, que te indica a partir de qué punto no se puede entrar calzado. Este se puede dejar en los zapateros que hay en la entrada o en el interior. Igualmente si no llevas pañuelo te facilitan uno. Tampoco puedes ir con minifalda o con los hombros al descubierto.

Mezquita azul Estambul

Nada más entrar lo primero que percibes al ir descalzo es lo acolchada que es la moqueta que cubre el suelo, bastante placentera, pero al margen de esta sensación inicial he de admitir que lo primero que hice fue mirar a la cúpula. Impresionante. Los azulejos con todo tipo de dibujos, formas geométricas y coloridos (principalmente el azul), las ventanas, las lámparas colgantes, algunos hombres arrodillados mientras oraban, las enormes columnas… Todo en su conjunto me dejó azorada. Y no es de extrañar pues la cúpula central tiene 43 metros de altura y 23 metros de diámetro.

La cúpula central tiene 43 metros de altura y 23 metros de diámetro.

El sobrenombre de azul viene de los azulejos de este color que predominan en su interior, más de 20.000 en la cúpula y parte superior de la mezquita, y que provienen de la ciudad de Iznik en Nicea.

Este templo se construyó con seis minaretes lo que supuso un desafío pues la Meca poseía los mismos, de modo que con el tiempo para que la polémica no fuera a más a esta última se le añadió uno y así se marcó la diferencia.

Otro aspecto que me llamó la atención fueron unas estanterías que había ubicadas en un lateral con carteles en varios idiomas que indicaban Literatura Gratis o Free Literature. Al acercarme vi que se trataba de un espacio con libros explicativos sobre la religión islámica e incluso había ejemplares de El Corán, todos en varios idiomas, incluido el español. Podías cogerlos y llevártelos sin ningún coste. Esta estantería la encontré también en otras mezquitas que visité.

Santa Sofía

Tras este primer impacto me dirigí al segundo objetivo: Santa Sofía. De día la vi diferente también, más grande e imponente. Estaban reformando una parte por lo que se hallaba ligeramente tapada, pero aún así no dejaba de ser espectacular. Por lo que pude averiguar hasta 2023 la entrada era gratuita, pero ahora hay que pagar unos 25 euros por persona y si añades el museo es algo más. Así que me dirigí a las taquillas que están en un lateral, justo enfrente del Palacio Topkapi.

La magnitud de la cúpula es lo que más impresiona, de más de 30 metros de diámetro.

Al ser temporada baja no había colas, así que procedimos a entrar tras pasar los arcos de seguridad. El acceso en esta ocasión sitúa frente a las taquillas y se sube directamente a la planta de arriba. No sé muy bien por qué la planta de abajo estaba cerrada, quizá por las obras.

Interiore de Santa Sofía Estambul

La magnitud de la cúpula es lo que más impresiona, de más de 30 metros de diámetro, y la sala principal tampoco se queda corta pues tiene unas dimensiones de 70 por 74 metros. El dorado predominante a lo largo de esta mezquita y el verde intenso de la moqueta forman un contraste llamativo que añaden más espectacularidad si cabe a la magnitud del conjunto.

A lo largo del pasillo la mezquita se puede contemplar desde distintas perspectivas así como los diferentes mosaicos emblemáticos de arte bizantino que encierra. Todos están señalizados. La cúpula se mostraba algo deteriorada sin los dibujos en algunos casos y hasta con goteras y humedades que se apreciaban a lo largo del corredor.  

Mosaico Santa Sofía Estambul

Si alguien me preguntara cuál de las dos mezquitas me gustó más, no sabría responder con certeza, tal vez la de Sultanahmet, por ser la primera que vi, o porque en su totalidad se hallaba mejor conservada.

Lo que es evidente es que Santa Sofía o Ayasofya, como la llaman los turcos, es sin duda el símbolo de Estambul. En sus orígenes fue una iglesia cristiana, después ortodoxa, y ya durante el Imperio Otomano (s.XV) se transformó en mezquita y se le añadió los cuatro minaretes.

Palacio de Topkapi

La siguiente parada fue el Palacio de Topkapi. Como estaba tan cerca no me lo pensé dos veces y me introduje en esta mini ciudad, situada en un lugar estratégico en la colina del Sarayburnu y delante del llamado Cuerno de Oro, el Bósforo y el Mar de Mármara.

Aquí  también hay que pagar entrada y te dan la opción de incluir la visita o no al Harem, pero yo te recomiendo que lo hagas porque es interesante cómo estaba estructurado este espacio. Ahora bien, debes tener en cuenta que se trata de un lugar de 700.000 metros cuadrados con cinco kilómetros de murallas, por lo que visitarlo bien y con calma te puede llevar una mañana entera.

Palacio Topkapi

Su interior está repleto de numerosas salas que además de tener una decoración preciosa albergan colecciones de todo tipo, entre ellas destacan la sala de joyas o Tesoro, las diversas colecciones de armas árabes (muchas del las cuales me llamaron la atención por sus adornos y formas), así como de indumentaria diversa e incluso una curiosa colección de relojes.

Sala imperial palacio Topkapi


A mí me llamaron la atención algunos de los patios, las vistas al Bósforo que se aprecian a través de varios miradores, los quioscos, algunas habitaciones como la Sala Imperial y todo el recinto que comprendía el Harén. Este último me dejó un sabor amargo por la historia que encierra.

Harem significa en árabe ‘parte prohibida’ y es el lugar en el que vivían las concubinas del sultán.

Harem significa en árabe ‘parte prohibida’ y es el lugar en el que vivían las concubinas del sultán. La sultana madre era la que controlaba este espacio. También estaba la zona de los eunucos y el jefe de estos que eran los que vigilaban la zona, de la que no se podía salir sin permiso. Se trataba de una mini cuidad hasta con hospital y dependencias que albergaban a gran cantidad de sirvientes y trabajadores. En la visita se ven algunas salas, sus rincones y espacios, también decorados de forma tradicional.

En la parte de arriba de la puerta de entrada al Harem está escrito el versículo 53 de la sura Ahzap del Corán: “Oh creyentes no entréis en las casas del Profeta sin permiso”.

Harem Palacio Topkapi

El Gran bazar

El Gran Bazar se encuentra muy cerca, aunque hay varios, con que te adentres en este podrás obtener una visión completa de cómo son este tipo de espacios. Se trata de galerías repletas de tiendas, unas pegadas a las otras, generalmente no muy grandes, llenas  de todo tipo de productos, ropa, joyerías, maletas…

Es llamativo cómo los propietarios están a las puertas de los mismos hablando en grupos (siempre hombres), algunos incluso sentados en torno a esas mesas bajas características conversando, simplemente, o tomando ingentes cantidades de té. Y luego hay mucha gente caminando a lo largo de los interminables pasillos. Por poner un símil, serían como algo parecido a los centros comerciales del mundo occidental solo que más caóticos.

Hay mucha gente caminando a lo largo de los interminables pasillos.

Al entrar y salir de estos lugares hay arcos de seguridad, al igual que en algunas estaciones de transporte público. Igualmente, te encontrarás calles estrechas llenas de tiendas,  donde tienes que tener cuidado que las motos no te atropellen, porque de vez en cuando circulan por estas callejuelas.

A los extranjeros los suelen acosar bastante y si detectan de dónde eres te hablan en tu idioma, ya que en un primer momento lo hacen en inglés. Esto es algo frecuente en las zonas comerciales o de restaurantes, y también por las calle turísticas. A nosotros nos llegaron a ofrecer desde guías turísticas en español, perfumes y cervezas a tres euros en uno de los restaurantes por los que pasamos.

Antes de entrar al gran bazar visité la mezquita de Nuruosmaniye, donde me impactó ver rezar a algunos fieles.

Por otro lado, he de decir que antes de entrar al gran bazar visité la mezquita de Nuruosmaniye, donde me impactó ver rezar a algunos fieles (de rodillas) y cómo después practicaban las abluciones. Estas dos cosas las hacen por separado hombres y mujeres. Ellas tienen un espacio cubierto por celosías para la oración dentro de la mezquita, generalmente en los laterales de las entradas o en la parte posterior de la misma, mirando a la cúpula principal. Del mismo modo, se lavan en un recinto aparte habilitado para ellas.

Cisterna Basílica

Este día me acerqué también a ver la Cisterna Basílica, que está en una calle paralela frente a Santa Sofía. Me costó un poco encontrarla porque no estaba muy bien indicado, o al menos eso me pareció a mí.

Este sitio me llamó la atención bastante. Se trata de un sistema de cisternas que se hallan bajo Estambul y que permitían que la ciudad estuviera abastecida de agua en el caso de que hubiera algún asedio. A esta se la llama también Palacio Sumergido (Yerebatan Sarnıcı, en turco), y se construyó en tiempos de Justiniano I (527-565).

Basílica cisterna Estambul

Al entrar se aprecian desde arriba todas las columnas que la configuran, pues hay instaladas unas escaleras que bajan hacia este mundo subterráneo. Los turcos han sabido sacar partido a este monumento, pues juegan con la iluminación de forma alterna lo que confiere al lugar cierto halo de misterio.

La primera vista es increíble pues se contempla una hilera sin fin de columnas con una luz tenue de modo que no sabes si lo que estas contemplando tiene fin o es que hay instalados espejos que duplican las enormes columnas. Sin embargo, no. Todo lo que verán tus ojos es real.

La Basílica Cisterna tiene 140 por 170 metros.

La Basílica Cisterna tiene 140 por 170 metros y según los cálculos puede acoger cerca de 100.000 metros cúbicos de agua. Esta se recogía de los acueductos de Valente y de Adriano, que a su vez recibían el agua de los Bosques de Belgrado, a unos 20 kilómetros de Constantinopla.

En total, hay 336 columnas de 9 metros de altura con todo tipo de estilos. Antes se visitaba en barca pero ahora existen unas pasarelas colocadas sobre el agua a la par que como decía antes se va jugando con las luces, unas veces verdes, otras blancas o amarillas… Cuando yo estuve había además una exposición con varias esculturas situadas sobre el agua que a veces incrementaba la apariencia tétrica del templo subacuático.

Basílica cisterna Estambul

Al final del todo, merece la pena que te detengas a ver las dos columnas en cuya base se contempla una cabeza de Medusa. Su utilidad no está muy definida.

Gálata y el Bósforo

El segundo día lo reservé para ver la Torre de Gálata y el Bósforo que eran las zonas más alejadas del hotel donde estaba. Para ello tuve que coger el tranvía en Cemberlitas y bajarme en Karakoy, la línea azul, y no es necesario hacer trasbordo. Atraviesa el puente de la Galáta y te deja justo en el camino hacia la torre. Desde Karakoy hay unos 600 metros andando, aunque deberás ascender por una cuesta bastante inclinada.

Esta torre es otro de los símbolos de Estambul y se ubica en lado contrario del Cuerno de Oro y la antigua Constantinopla, pero esta zona sigue perteneciendo al lado occidental.

Torre Gálata

Cuando yo me acerqué estaban restaurando la cúpula por lo que no pude subir a la parte más alta en la que hay una pasarela exterior. Aún así las vistas son impresionantes y hay una maqueta en la que puedes comprobar cómo es de grande la ciudad y los distintos puntos que se aprecian desde esta torre del siglo XIV de 67 metros de altura (52 metros la última planta).

Primero se sube en ascensor directamente a la última planta habilitada de la Torre y después se baja por unas escaleras muy estrechas que te llevan a distintas salas en las que te explican la historia de la Torre y los usos que tuvo. Uno de ellos fue de Observatorio astronómico. También dentro cuentan la historia de Hezarfen Ahmed Selebi, un supuesto  aviador otomano que usó la plataforma para un vuelo con alas artificiales con las que cruzaría el Bósforo hasta llegar a Üsküdar, en el lado asiático de Estambul. Un total de seis kilómetros sintiéndose libre como un pájaro…

Puente Gálata

Puente de Gálata

Después, regresé andando para descubrir cómo era el Puente de Gálata, aunque antes me tomé un café turco en uno de los establecimientos que hay en este lado frente al Bósforo y también compré en un puesto ambulante el famoso pan circular turco decorado con semillas de sésamo: el simit. ¡¡Estaba bueno!!

Compré en un puesto ambulante el famoso pan circular turco decorado con semillas de sésamo: el simit.

El puente de Gálata es levadizo y se abrió en 1984. Está formado por dos niveles, en la parte inferior está lleno de restaurantes y en la de arriba discurre el tráfico junto a los tranvías. Además, es curioso caminar por él porque muchos turcos acuden a pescar y ofrecen una estampa pintoresca.

Puente Gálata

Durante este paseo me aconteció un hecho curioso. Nos cruzamos con un limpiabotas al que curiosamente se le cayó uno de sus cepillos. Como es normal le avisamos para que lo cogiera. A mí me extrañó que no se hubiera dado cuenta porque hizo ruido. El caso es que después de darnos mil veces las gracias, acto seguido se ofreció a limpiar los zapatos a mi compañero para limpiárselos “gratis” en señal de agradecimiento. Entonces ahí me di cuenta de que fue una treta para que finalmente accediéramos a su servicio, que evidentemente hubiéramos terminado pagando…  

Nos cruzamos con un limpiabotas al que curiosamente se le cayó uno de sus cepillos.

Esta picaresca es frecuente en Estambul, por lo que aconsejo tener cuidado y no fiarse de nadie que ofrece viajes, guías u otros servicios en cualquiera de sus calles.

Viaje por el Bósforo

Lo último que me quedaba por hacer era un viaje por el Bósforo en barco. Aquí también  es importante que seas prudente, pues al grito de ¡Bósforo, Bósforo!, te intentarán vender alguno de estos periplos que en ocasiones son muy largos y lo único que pretenden es tratar de “colarte” alguna venta adicional. Yo me decanté por un viaje de una hora y media, que te aseguro es más que suficiente.

Barco Bósforo

En este tiempo puedes ver todo el Cuerno de Oro y las orillas contrarias que albergan monumentos como el palacio de Dolmabahçe, la fortaleza de Rumeli Hisari o la famosa Torre de la Doncella o Torre de Leandro o Kiz Kulesi, para los turcos. Eso sí, advertirte que a lo largo del viaje te ofrecerán una y otra vez bebidas, comida, fotos y hasta fotos con un loro (casi todo lo que se te pueda imaginar).

Escucharás cinco veces al día la llamada a la oración (adhan).

Por último, añadir que escucharás cinco veces al día la llamada a la oración (adhan), aunque muchas veces ni serás consciente de ella. Esta  es la forma que tienen en el Islam de convocar a los fieles al rezo obligatorio. Una de estas veces me pilló paseando por la noche y me resultó bastante impactante (esto lo puedes apreciar en el video que está mi canal de YouTube).

Castillo Bósforo

Datos prácticos

Moverse por Estambul es fácil pues posee una amplia red de transporte público en la que combinan varios medios de transporte: autobuses, metro, tranvía…

En el aeropuerto puedes sacar la Istanbulkart que tiene un coste inicial y luego se puedes ir recargando. La pueden usar a la vez varias personas. Hay unas máquinas en el aeropuerto tanto en las paradas de autobús como de metro donde la puedes obtener y pagar con tarjeta de crédito.

En estas mismas máquinas, que suelen estar en las paradas de transporte, puedes consultar en saldo que te queda. Has de tener en cuenta que también cobran los transbordos.

La tarjeta de transporte Istanbulkart permite desplazarse por toda la ciudad.

Debes tener en cuenta que si coges el metro desde el aeropuerto de Estambul, dado que todavía falta por terminar alguna estación, el trasbordo hasta la línea que te lleva al centro es muy largo y está mal indicado (sobre todo al llegar). No obstante, suele haber personal al que puedes preguntar, por si te despistas, como me pasó a mí.

En la mayoría de los sitios puedes pagar con tarjeta, en algunos dicen que con euros (yo nunca lo hice). No obstante, es posible cambiar en el aeropuerto o en el mismo Estambul. Yo, llevé liras turcas desde España porque el cambio era más económico.

Ubicación


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