Suspendido en la roca, flotando sobre el cañón de Alzou, con una sola calle y una estructura vertical que respeta la orografía del valle natural en el que se enmarca, surge el pueblo medieval de Rocamadour, uno de los rincones más pintorescos de Francia. Y, sin lugar a dudas, tras este viaje lo puedo atesorar. Además, se dice que es una de las villas más visitadas del país, solo después de Mont Saint-Michel y la ciudad medieval de Carcassonne.
Vídeo de Rocamadour
Arquitectura de Rocamadour
Este pueblo medieval francés es conocido por su Santuario, constituido por una basílica y varias capillas, y por ser un lugar de peregrinación en donde se venera a Saint Amadour o San Amador y a la virgen Negra de Rocamodour.
La arquitectura se entremezcla con el terreno rocoso. Su basílica, que parece desafiar la ley de la gravedad, impresiona desde cualquier ángulo y perspectiva. Te recomiendo que la contemples tanto desde abajo como desde arriba, pues solo así serás consciente de lo que te estoy narrando. No en vano, la Basílica y la Cripta de Saint Amadour son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Yo accedí al centro del pueblo desde el último aparcamiento, el cuatro, que está en la parte alta en la zona de L’Hospitalet. Aquí es donde pasamos la noche en nuestra furgoneta. Desde este punto hay un paseo en el que se aprecia el cañón del Alzou, enmarcado dentro del Valle del Dordoña, en todo su esplendor. Al amanecer es precioso y más si es otoño pues se atisban los colores de la estación.
El «Camino Sagrado”, era el que seguían los peregrinos procedentes del norte para llegar al Santuario.
Desde este mismo camino, se puede llegar al conjunto del Santuario tanto por arriba como por abajo. Yo me dirigí hacia la calle principal (parte baja) por la llamada Vía Santa o “Camino Sagrado”, como se le llamaba en la Edad Media, porque era el que seguían los peregrinos procedentes del norte para llegar al Santuario.
Acceso a la villa medieval
A la villa se entra por la puerta fortificada du Figuier. La calle principal y única, la rue de la Couronneri, es de un kilómetro de largo. De hecho, a lo largo de esta son varias las puertas que muestran los vestigios defensivos de la ciudad medieval. Un sistema que se ideó en el siglo XIII con el objetivo de proteger el Santuario y las riquezas que albergaba.
Algunas de estas puertas, como la puerta Hugon, que te encontrás hacia la mitad de la calle, estaban coronadas por puestos de vigilancia que ayudaban a impedir el avance de posibles malhechores o asedios. Incluso el fuerte “de la Carreta” cruzaba la calle y protegía la zona de las escaleras que subían al santuario.

En realidad, el sistema de protección de la ciudad medieval de Rocamadour se estructuraba en distintos niveles. El más bajo lo constituía la calle principal. Lo podrás comprobar tú mismo al caminar por ella. Lo cierto es que tiene bastante encanto, por el tipo de edificaciones, casas de tejados puntiagudos, y los locales que la configuran. Sin embargo, si te fijas bien los propios muros de las viviendas hacen de parapeto, y entre ellas apenas hay espacio lo que dificulta el acceso al santuario.
Por último, en la parte alta, las murallas protegían de un posible ataque desde la Meseta. Estos muros de aproximadamente 3 metros de grosor y 10 metros de altura, estaban rodeados de un profundo foso artificial excavado en la roca que hacía más complicado el ataque. El campanario y la vivienda llamada el castillo, se añadieron en el siglo XIX sobre las ruinas de una pequeña fortaleza y sirvieron de residencia de los capellanes.
El sistema de protección de la ciudad medieval de Rocamadour se estructuraba en distintos niveles.
La Gran Escalera de Rocamodour
Para alcanzar el Santuario hay una emblemática escalera de 216 peldaños envuelta de un gran simbolismo, pues representa el legado de la devoción de los peregrinos desde la Edad Media. Su trazado y ubicación no han cambiado desde entonces. Antaño los peregrinos la subían de rodillas para expiar sus pecados. Yo con subirla del modo convencional tuve suficiente.
Mientras avanzas por la gran escalera se aprecia el pueblo de Rocamadour desde otras perspectivas y empiezas a ser más consciente de la inmensidad del enclave natural en el que se sitúa.

Durante el ascenso te encontrarás con el camino de Ronda, otro elemento más del estrecho sistema defensivo que antiguamente estaba destinado a proteger el Santuario. Ofrece unas vistas únicas de la ciudad religiosa y de su arquitectura.
Santuario de Rocamadour
Desde aquí se puede acceder al interior del santuario, como aparece indicado en un cartel. No tiene ningún coste. Primero, hay que atravesar un corredor estrecho y húmedo en cuyos laterales verás distintos nichos. Los años que aparecen en algunos de ellos reflejan que los que allí descansan son lamentablemente cuerpos de personas de corta edad.
Tras atravesar este pasillo surge la impresionante construcción de todo el enclave encaramado en la roca. Este es el corazón del Santuario, que está constituido por la capilla de Notre-Dame con la Virgen Negra de comienzos del siglo XIII y objeto de devoción de los peregrinos, junto a otra serie de edificios.

El origen se halla en el siglo XI cuando se construyó una ermita con un oratorio dedicado a la Virgen. Después el conjunto se fue modificando y ampliando. Realmente el Santuario de Notre Dame es fruto de una construcción progresiva a lo largo del tiempo, con la edificación de la basílica y una serie de capillas en disposición radial alrededor del atrio.
El Santuario de Notre Dame es fruto de una construcción progresiva a lo largo del tiempo.
Estas capillas están distribuidas a lo largo de todo el conjunto y se pueden visitar: Capilla de Saint-Baptiste, Capilla de Saint-Blaise, Capilla de Saint-Anne, Capilla de Notre-Dame y Capilla de Saint-Michel.
Esta estructura era única en aquel momento (s. XII) y tiene su sentido porque está directamente relacionada con las limitaciones tipográficas específicas del lugar, que requieren una disposición ingeniosa para optimizar el espacio y proteger de las agresiones externas. Además, según he podido leer en sus orígenes había 12 capillas y solo se restauraron siete.

También te tienes que fijar en un detalle y es en la “espada legendaria Durandal” que se halla clavada en la roca sobre la capilla de Notre-Dame. Esto es lo que algunos califican como de “excentricidad” o “atractivo turístico”, y que avala la leyenda de que el caballero francés Roland, antes de morir en Roncesvalles a manos de los vascones en el año 788, lanzó al aire su espada Durandal o Durandarte para que no cayera en manos de sus enemigos y ¡¡qué casualidad que llegó hasta este lugar!! bastante alejado, por cierto.
Además, justo debajo, en este punto, puedes ver también el lugar donde supuestamente se encontró el cuerpo impoluto de Saint Amadour, y que provocó la peregrinación al lugar así como el nombre del pueblo Rocamadour.

Otra rareza o, de nuevo, excentricidad, y que a mí me dejó bastante sorprendida, es la decoración de la capilla de Saint-Michel. De su techo húmedo y con goteras, penden camisetas de equipos de rugby italianos. De hecho, hay una vidriera donde aparece representado el balón de este deporte e incluso frente al pequeño altar se exhibe una reproducción de esta herramienta esencial del rugby.
Todo esto forma parte del carácter turístico que tiene esta ciudad medieval francesa. De hecho, es importante considerar que para verla tal cual hoy luce, tuvo que pasar por un proceso de recuperación a partir del siglo XIX.
Rocamodour se sometió a un proceso de restauración durante el siglo XIX.
Esto es así porque a partir de dicha época, debido a que la peregrinación había caído en el olvido y por ende el Santuario, se encontraba prácticamente en estado de abandono. Así, la Iglesia decidió emprender obras en la zona con el objetivo de darle un nuevo impulso religioso. Todo el conjunto se encontraba en muy mal estado y los muros de las construcciones estaban derruidos por las distintas Guerras de Religión.
El abad Chevatt asumió la dirección de las obras. Gran parte del material se extrajo gracias a la apertura de una cantera en las cercanías (que es la actual Cueva del Santo Sepulcro), lo que remarcó el inicio del renacimiento de la peregrinación a Rocamadour.

Camino de la Cruz
Tras visitar el complejo religioso yo seguí subiendo en dirección al castillo por el Camino de la Cruz, un Vía Crucis que asciende en ziz zag con diversas escenas de la Pasión de Cristo. Se trata de un paseo agradable con árboles frondosos y altos. A lo largo del mismo surgen miradores para contemplar el pueblo medieval desde distintas alturas. También hay una curiosa capilla en un recoveco horadado en la roca con varias columnas.

Al llegar a la cima, el castillo abre sus puertas desde lo alto, a 150 metros de altura. El interior no es visitable porque parece ser que es privado. Sí se puede pasear por la zona de las murallas, previo pago de una cantidad que hay que abonar en una máquina con torniquete. Yo opté por no pagar en esta ocasión.
Frente al castillo, surge un paseo que te permite ver el pueblo desde arriba.
A continuación, frente al castillo, surge un paseo que te permite ver el pueblo desde arriba y que tiene varios miradores. Aquí está también la Gruta Pehistórica de Las Maravillas, una cueva de estalactitas y estalagmitas con pinturas rupestres.
Finalmente, añadir que existe la opción de subir y bajar en ascensor a los lugares destacados, aunque esta posibilidad no es gratuita.
Datos prácticos y ubicación
| Con niños | Aparcamiento |
|---|---|
| ✅ | Hay varios y la mayoría son de pago. Yo cuando fui no tuve problemas porque era temporada baja, no sé si en otras épocas del año hay dificultades. |
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