El castillo de Peñafiel en Valladolid era uno de esos monumentos que tenía ganas de visitar porque su estructura y forma, más larga que ancha, que semeja un barco o buque, me dejaba intrigada por su singularidad cada vez que lo veía desde la lejanía e incentivaba mi curiosidad. Supeditada a la orografía del terreno esta fortaleza defensiva se erigió en este punto porque era un lugar especialmente estratégico. El cerro sobre el que se ubica es excelente pues desde este punto las vistas de los valles de los ríos Duero, Duratón y Botijas, son diáfanas y claras, lo que con una buena vigilancia permitía a los vigías del castillo detectar incursiones enemigas desde una distancia considerable.
Vídeo del Castillo de Peñafiel de Valladolid
Orígenes del Castillo de Peñafiel
Los orígenes de este monumento, emblema de la provincia de Valladolid y orgullo de los peñafelienses, son del siglo X, aunque sufrió varios cambios en los siglos XIV y XV, así la que contemplamos ahora probablemente no sería su imagen original. La piedra que lo recubre proviene de Campaspero, un pueblo situado a unos 15 kilómetros de Peñafiel, y se considera de estilo gótico germánico.
Su aspecto actual es, por tanto, fruto de varias remodelaciones, siendo la más reciente en 2023, de modo que el castillo es ahora más accesible y ha recuperado el nivel original de la barbacana. El acceso varía según cuando se visite. En días de más afluencia, es decir, los fines de semana o festivos, debes dejar el coche en un aparcamiento que hay justo enfrente de la construcción y que es bastante amplio. Esto es lo que me pasó a mí y pude aparcar cómodamente.
En estos días un autobús sube y baja a los visitantes por una sinuosa carretera cada 20 minutos. Del mismo modo, es posible acceder andando y en tu propio coche en las jornadas más tranquilas.
En el año 1917 obtuvo el distintivo de monumento nacional, y en 1999 albergó el Museo Provincial del Vino de Valladolid. Ahora, el lugar es muy conocido y atrae a muchas personas interesadas por los secretos de este caldo, pues hace un recorrido por la historia y la cultura del vino. Las visitas a la fortaleza, que son guiadas, ofrecen como opción por unos euros más una cata de vino.
Interior del castillo
El paseo dura cerca de una hora y lo más llamativo desde mi punto de vista son las vistas desde los distintos puntos a los que se va llegando. El castillo tiene 210 metros de largo o de eslora, si continuamos con ese paralelismo de barco, y aproximadamente 20 metros de ancho o manga, si recurrimos a la terminología marina. La entrada principal está formada por una arco de medio punto y a ambos lados se levantan dos torres cilíndricas.
Justo en el centro se halla la torre del homenaje, el mástil petrificado de este barco imaginario capaz de surcar el río Duero en cualquier momento. Mide 34 metros de alto, y a sus lados se sitúan los dos patios. Primero se ve el patio sur, que sería la zona de popa de este buque pétreo, al que se accede por unas escaleras.
Esta parte se ha cubierto con un suelo entablado y bajo el mismo, antiguamente se situaban las caballerizas y las guarniciones. Ahora se halla el citado Museo Provincial del Vino. Desde aquí se contemplan los extensos valles castellanos a través de sus almenas.
Después se visita la torre del homenaje en el que destaca el escudo de armas de la familia Girón, que regentó el castillo a partir del siglo XV. Previamente lo habitó el infante Don Juan Manuel, famoso literato del medievo, autor de El conde Lucanor.
En la planta principal hay una ventana en la que se contempla el patio contrario, y su estampa realmente impresiona. En el medio hay una chimenea custodiada por la armadura de dos caballeros y sobre ella pende el escudo de Valladolid. Además, está el rincón del cortejo, donde dos figuras vestidas de época simulan el inicio de un romance. O eso me imaginé yo…
Luego se sube a la terraza de la Torre a través de 160 estrechos escalones. Una vez más las vistas resultan espectaculares. Además, es posible subirse a las torrecillas cilíndricas que la bordean (en total hay ocho, en sus ángulos y el centro). Este es, sin duda, el mejor momento para disfrutar del entorno y hacerse fotos…
A continuación se vuelve a bajar por las mismas escaleras, pero esta vez a la planta baja que es donde en la actualidad se encuentra una de las joyas de la corona: la sala de catas del Museo. Verdaderamente impresiona, por la vitrina que rodea tres de las cuatro paredes de la estancia y que contiene numerosas variedades de vinos de todo el mundo.
El patio Norte o la proa de este barco petrificado, es el siguiente espacio que se recorre. Su forma es triangular y menos largo que su opuesto, pero destaca su aljibe y los dos almacenes que alberga a los que se puede bajar. La torre del homenaje muestra de nuevo en esta otra cara, el escudo de la familia Girón.
El guía se despide en este punto, y el paseo discurre por la parte exterior del patio, a través de unas pasarelas de madera habilitadas, para disfrutar de otra perspectiva del castillo además de, una vez más, las vistas.
Este camino te dirige a la planta baja del Museo donde hay una sala de conferencias y algunas maquetas. En la parte de arriba se encuentra la sala de exposiciones que es a su vez donde está la entrada principal y el mostrador donde se adquieren las entradas.
Datos prácticos y ubicación
El aparcamiento que hay antes de subir al castillo es amplio y espacioso. En el mismo castillo hay algunas plazas pero son escasas.
Con niños | Aparcamiento |
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✅ | Espacioso antes de subir. |